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Alcides Ghiggia: El héroe celeste del Maracaná

fuente: wikipedia

Alcides Ghiggia (1926- )es un ex-jugador de la selección uruguaya de fútbol, y es muy conocido porque anotó el segundo gol en la final de Brasil 1950 que acabó 2-1, dandole su segundo campeonato Mundial a Uruguay y enmudesiendo el Maracaná con más de 200,000 personas.

Brasil era el favorito para la final y solo le bastaba empatar para ganar el Mundial, con lo cual ese gol a 10 minutos del final de Ghiggia, ha tenido una trascendencia inusitada en la historia del fútbol mundial, y se convirtió en la hazaña más grande de la historia de los mundiales de fútbol.

El héroe celeste del 'Maracanazo' tiene ahora 83 años y es el único sobreviviente del equipo titular que conquisto el Mundial de 1950'.

En Diciembre del 2009, Alcides Ghiggia fué invitado a regresar a Brasil para ser homenajeado en la vereda de la fama del Maracaná, esta fue la segunda vez que Ghiggia volvía al Maracaná y esta vez lo hizo con felicidad y al mismo tiempo con un poco de incomodidad porque el público no le dió muchos aplausos por su condición de 'verdugo'.

Las frases históricas de Brasil 1950

"El Papa, Frank Sinatra y yo somos los únicos que conseguimos que Maracaná se quedara en silencio con 200.000 personas dentro" Alcides Ghiggia - ex-jugador selección de Uruguay

"Todo estaba previsto, menos la victoria de Uruguay", Jules Rimet tras el título uruguayo en Maracaná en 1950.

"No me gustó ver a aquellas 200.000 personas tristes, no me gustó ver a Rio a oscuras y sin carnaval. Es la vida. Era campeón y no sentía una alegría absoluta por ello", Obdulio Varela, capitán uruguayo tras ganar el título de 1950 en Maracaná.

"Ahora vamos a jugar como hombres. Nunca miren a la tribuna. El partido se juega abajo. Ellos son once y nosotros también. Este partido se gana con los huevos en la punta de los botines", Obdulio Varela, capitán uruguayo antes del partido por el título.

"Yo había jugado un millón de partidos en todas partes, en canchas sin tejidos, sin alambradas, a merced del público, y siempre había salido sanito. ¡Cómo me iba a achicar ese día en Maracaná, que tenía todas las seguridades!", Obdulio Varela, capitán uruguayo tras ganar el título de 1950 en Maracaná.

"Fue la primera vez en mi vida que escuché algo que no fuera ruido. Sentí el silencio", Juan Alberto Schiaffino, autor del primer gol uruguayo contra Brasil.

"Fue como si se hubiese preparado una fiesta para coronar a un rey y el rey se hubiese muerto antes de la coronación", Moacyr Barbosa, portero de la selección brasileño tras la final.

"La pena máxima en Brasil son 20 años, yo ya llevo cumpliendo 44 de condena", Moacyr Barbosa, portero de Brasil en el Mundial de 1950, preguntado en 1994 sobre la derrota ante Uruguay.

"Antes del partido contra Uruguay, debí firmar unos 2.000 autógrafos con la mención ?Brasil campeón del mundo", Zizinho, volante de la selección brasileña.

"Ustedes, brasileños, que en pocas horas serán aclamados por millones de compatriotas. Ustedes, a los que ya saludo como vencedores", Angelo Pérez, alcalde de Rio de Janeiro, por los altavoces de Maracaná antes del inicio de la final.

"El silencio después de nuestro gol fue algo terrible. El estadio estaba muerto y pensé: Brasil no va a ganar", Roque Máspoli, portero de Uruguay.

"Cuando el árbitro pitó el final, miré a un lado y vi a Obdulio como un loco, dando saltos. Me dieron ganas de pegarle una patada", Zizinho, jugador de Brasil.

"Vi a un pueblo con la cabeza baja, con lágrimas en los ojos, sin habla, abandonar el estadio como si volviera del entierro de un padre amadísimo. Vi a un pueblo derrotado, y más que derrotado, sin esperanza", crónica de José Lins do Rego en el diario Jornal dos Sports al día siguiente de la final.

"Dejé de creer en Dios el día que Brasil perdió el Mundial en Maracaná", Carlos Heitor Cony, escritor y periodista brasileño.


1 comentario:

  1. Daniel wdrg@hotmail.com14 de junio de 2012, 10:45

    Hola, soy uruguayo, el 16 de julio (Maracaná) para nosotros siempre fue como la más grande de las fechas patrias; la hazaña increíble, imposible, inpensable, inenarrable, que pone la piel de gallina. A Ghiggia lo vi una vez en un ómnibus (micro, autobús) en Montevideo y me vinieron ganas de abrazarlo y llorar. La gente lo miraba y creo que todos sentían lo mismo, infinita gratitud por habernos dado un motivo de orgullo patrio sin comparación en la historia. Toda la historia de esta hazaña merece leerse y estudiarse detenidamente (al respecto hay un libro excelente escrito por el periodista Franklin Morales). Como el Titanic, es una de esas lecciones históricas que le da la vida al sentimiento de omnipotencia e invulnerabilidad humano. Es una historia del eterno triunfo de la humildad sobre la soberbia.
    La imagen más conmovedora de toda la hazaña para mí es la del capitán Obdulio Varela identificándose con la tristeza del pueblo brasileño, yendo la noche después del partido a beber y llorar junto con los derrotados en los bares de Río de Janerio hasta el amanecer.
    Por cierto hay que resaltar la hidalguía del pueblo brasileño que aceptó la derrota con grandeza (un relator brasileño terminó su relato llorando con un "Viva Uruguay!"), y el mismo Ghiggia se ha convertido para ellos en un objeto de veneración.

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