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El Corazón y colesterol

El corazón humano puede compararse al motor de un auto: ambos son fuentes de alimentación que mantienen cuerpos en movimiento. El corazón actúa como una bomba que impulsa la sangre hacia los órganos, tejidos y células del organismo. La sangre bombeada por el corazón suministra oxígeno y nutrientes a cada célula y recoge el dióxido de carbono y las sustancias de desecho producidas por esas células. Pero si el flujo de sangre al corazón disminuye o se detiene o el ritmo de los latidos se altera, podría peligrar la vida. Como sucede con el motor de un auto, la forma en que se trate el corazón determinará cuánto tiempo funcionará y de qué manera.

El colesterol es un lípido del grupo de las grasas que participa en la constitución de las membranas de los tejidos del organismo. Se desplaza por la sangre en partículas denominadas lipoproteínas, que contienen tanto lípidos como proteínas. El organismo cuenta con tres tipos de lipoproteinas:

Lipoproteinas de baja densidad (LDL): Contienen cerca del 70 por ciento del colesterol del suero y favorecen los trastornos cardiovasculares.

Lipoproteinas de baja densidad (HDL): Acumulan el 20 por ciento del colesterol total y tienen un efecto protector.

Lipoproteinas de muy baja intensidad (VLDL): Contienen en torno al 10 por ciento del colesterol total del suero y la mayor parte de los triglicéridos.


La principal consecuencia del exceso de colesterol en sangre es el desarrollo de enfermedades coronarias (EC). Estas son más frecuentes en las poblaciones cuya alimentación es rica en grasas saturadas y colesterol, mientras que en países como Japón y China, cuya dieta es pobre en colesterol-LDL, la tasa de enfermedades coronarias es baja.

La hipercolesterolemia está íntimamente ligada a la arterosclerosis, una alteración degenerativa que afecta a las arterias en las que se forman placas de ateroma.

Estas placas son depósitos de lípidos, especialmente colesterol, proteínas y sales de calcio, que obstruyen total o parcialmente los vasos de las arterias y provoca una falta de riego. Si la falta de riego se localiza en las arterias coronarias que irrigan el corazón se puede producir una angina de pecho o un infarto de miocardio. Si se produce en las arterias cerebrales son frecuentes las hemorragias y trombosis cerebrales. Cuando la obstrucción se localiza en las extremidades puede favorecer la gangrena de un miembro y, en el peor de los casos, su amputación. Asimismo, la arterosclerosis provoca aneurismas, dilataciones excesivas de la aorta que pueden provocar su rotura.

Los niveles normales de colesterol aceptados son los siguientes:

Colesterol total:
Normal <> de 240 mg/dl


Colesterol LDL:
Normal: <>160 mg/dl


Triglicéridos:
Normal: <>500 mg/dl

Ante un problema cardiovascular es imprescindible modificar los hábitos que puedan aumentar los niveles de colesterol. Estos cambios implican una dieta sana rica en grasas insaturadas y pobre en grasas saturadas, colesterol y sal; el abandono del tabaquismo, la práctica de ejercicio físico y el control de la presión arterial.

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