¿Qué es la meditación?
La meditación describe la práctica de un estado de atención concentrada, sobre un objeto externo, pensamiento, la propia consciencia, o el propio estado de concentración.
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Meditación |
La meditación se caracteriza normalmente por tener algunos de estos rasgos:
-Un estado de concentración sobre la realidad del momento presente
-Un estado experimentado cuando la mente se disuelve y es libre de sus propios pensamientos
-Una concentración en la cual la atención es liberada de su común actividad y focalizada en Dios (propio de las religiones teístas)
-Una focalización de la mente en un único objeto de percepción, como por ejemplo la respiración o una recitación de palabras constante.
Beneficios de hacer meditación
• Relajación física.
La meditación implica un permitir, un dejar pasar, una capacidad progresiva para renunciar a la tensión física y mental. Pero también lleva implícita una relación especialmente benéfica, que se traduce en una plena atención, un estar alerta que garantiza que cada cuerpo utiliza la cantidad de energía estrictamente necesaria no sólo para que permanezca sentado y con la espalda erguida, sino también para que realice, sin dificultades, las tareas físicas diarias. Dicho en otras palabras, la meditación reeduca el cuerpo, eliminando los malos hábitos de la tensión física y los sobreesfuerzos innecesarios que solemos asumir desde una etapa excesivamente temprana de la vida, además de procurar una mayor consciencia corporal. En efecto, el meditador está en armonía con su cuerpo, hasta el punto de percibir la tensión y relajarla.
• Más consciencia sobre los procesos del pensamiento.
Eso no significa que el meditador pueda ni deba interrumpir a su antojo, los pensamientos o ideas indeseables, sino que gracias a la fuerza de la atención los pensamientos no pueden dominar su mente. La persona es consciente de sus pensamientos, pero sin estar atado a ellos. De este modo, las ideas ingratas no consiguen preocupar, inquietar o perturbar tanto la mente del meditador.
• Tranquilidad creciente y capacidad para superar el estrés.
Al igual que los pensamientos dejan de tener poder para dominar al meditador, lo mismo sucede con las emociones. La persona puede sentir tristeza o enfado, pero tal y como sucede con las ideas, esas emociones se mantienen a una considerable distancia del meditador, el cual, a pesar de ellas, experimenta una poderosa sensación de paz y tranquilidad interior.
• Desarrollo de la consciencia.
La consciencia consiste en la capacidad para darse cuenta de lo que sucede a nuestro alrededor, y de desviar la atención de una cosa a otra tan pronto como hace su aparición, en lugar de distraerse con los pensamientos y diálogos interiores de cada día, como si estuviésemos soñando despiertos.
• Fomento de la autocomprensión.
Si nos preguntaran si nos conocemos a nosotros mismos, generalmente responderíamos que sí. Pero, en realidad, la mayoría de nosotros somos unos perfectos extraños en nuestra propia mente. Tendemos a vivir en la superficie de nuestra vida interior, y sólo tenemos presente los pensamientos superficiales, ignorando lo que pasa en los niveles más profundos del inconsciente. Incluso pasamos por alto de dónde derivan nuestras ideas o cuáles son sus orígenes.
• Desarrollo del pensamiento creativo.
La creatividad implica acceder o abrirse a los niveles inconscientes de la mente, donde nacen los pensamientos originales. Cuanto más sosegada esté la mente consciente, más capaces seremos de alcanzar dichos niveles.
• Desarrollo de la memoria.
Una buena parte de nuestro olvido se debe a nuestra incapacidad para concentrarnos en lo que sucede en el entorno, y, en consecuencia, para almacenarlo en nuestros bancos de memoria. En gran parte se debe a la interferencia de la mente consciente, sobre todo cuando estamos preocupados o ansiosos, como por ejemplo, antes de hacer un examen. La meditación ayuda a apaciguar estas emociones inhibidoras y nos permite recordar las cosas en el momento necesario. El ejercicio y desarrollo de la consciencia también contribuye a potenciar la memoria. En este sentido, no conseguiremos recordar las cosas con regularidad a menos que seamos plenamente conscientes de ellas. Con frecuencia, acusamos a los niños de "estar en las nubes" o de olvidar cosas que para nosotros son importantes. Pues bien, el problema consiste (por lo menos parcialmente) en que pasamos tanto tiempo diciéndoles que piensen, que cerramos una buena parte de su consciencia del mundo exterior.
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